Aunque no lo parezca, la carrera de un futbolista no es nada sencilla, al menos en sus inicios. Las potenciales figuras pueden nacer con un talento incomparable, pero no todos tienen las mismas oportunidades para crecer y desarrollarse. Por eso, muchas de las historias exitosas de los jugadores son gracias a su gran esfuerzo y sacrificio. En ese mundo se encuentra Gerardo “La Vieja” Reinoso, ex Independiente, Boca y River.
Actualmente, la mayoría de los predios de clubes argentinos cuentan con lo necesario para que los jugadores puedan entrenar y también vivir en las pensiones, aunque no siempre fue así. En la década de los 80, Reinoso y sus compañeros tuvieron que pasar por frío y hambre para cumplir su sueño de debutar en primera división.
El sacrificio de Reinoso valió la pena, ya que luego pudo vivir de lo que más amaba que era jugar a la pelota. La Vieja se destacó en Independiente, donde fue parte del famoso y recordado Paladar Negro, campeón de la Libertadortes e Intercontinental 1984. Además, vistió la camiseta de Boca y River.
Reinoso - Boca River
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El duro recorrido que atravesó Gerardo “La Vieja” Reinoso
El fútbol fue evolucionando a lo largo de los años y, en la actualidad, es muy diferente a lo que solía ser en la época de las históricas figuras como Gerardo Reinoso. La Vieja comenzó a jugar a la pelota por amor al deporte en la provincia de La Rioja. Si bien siempre soñó con ser futbolista profesional, no tenía idea que se podía vivir de eso.
Después de sumar experiencia en las divisiones inferiores de Independiente, debutó en la primera división en 1983. Sin embargo, las instalaciones del Rojo no eran las adecuadas para los jugadores del interior que no tenían donde dormir. A pesar del frío y la poca comodidad, tiraban colchones en el piso y pasaban las noches debajo de las tribunas de la Doble Visera, el antiguo estadio del club.
Reinoso - Independiente 1984
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Además, no recibían comida del club de Avellaneda, por lo que se veían obligados a pedir en los negocios de cercanía al predio. Reinoso reveló que llegaban a comer algunas facturas viejas con mate para todo el día. No obstante, su sueño de debutar en la Primera División del Rojo fue más fuerte y, mientras le mentía a su familia de que todo estaba bien, se sacrificó durante varios meses para lograrlo.
Con el pasar de los años, su carrera deportiva fue en ascenso y no solo salió campeón con Independiente sino que jugó en múltiples equipos de Latinoamérica como Universidad Católica, América de Cali y Oriente Petrolero. La Vieja se retiró en 2003, a los 38 años, defendiendo la camiseta del club boliviano.