Ayrton Senna no solo dejó un gran legado en el mundo de la Fórmula 1 como piloto, sino que también se ganó el respeto de sus colegas por su humanidad y lealtad. El brasileño murió en la pista en 1994, pero dos años antes fue el ángel guardián de Erik Comas, el piloto francés de Ligier.
El piloto de Ligier había hecho una buena presentación, pero sobre el final la curva de Blanchimont, una de las más rápidas del circuito, le jugó una mala pasada. En una zona donde los vehículos circulan a 300 km/h, chocó contra el guardarrai de la pista.
Tras el choque, el coche rebotó y bloqueó la pista. Lo peor se estaba vivenciando: una de las ruedas golpeó directamente en la cabeza del francés que lo dejó inconsciente, pero su pie siguió pisando el acelerador, es decir, el motor siguió funcionando y, con la cantidad de combustible que llevaba, era inminente la posibilidad de que se produzca una explosión.
En medio del polvo que dejó el despiste de Comas, apareció su ángel guardián: Ayrton Senna. Las cámaras pudieron captar al por entonces campeón del mundo corriendo y apareciendo en escena para socorrer a su colega.
Senna, que venía apenas unos segundos por detrás del francés, pudo ver el accidente en primera persona. Al pasar por al lado, escuchó el motor acelerado entre 7.000 y 8.000 revoluciones y vio a su colega inconsciente. Su única reacción fue parar su auto al borde de la pista y correr en socorro de su amigo.
Senna se jugó la vida y salvó la del piloto de Ligier: lo primero que hizo fue apagar el motor y después, puso erguida la cabeza del francés para que la presión no dañase sus vértebras. “Fue heroico”, supo describir muchos años después Comas la acción de Senna.
“Puso su propia vida en riesgo con esto, porque venían algunos coches más. Había bandera roja, pero los comisarios seguían detrás de las barreras porque venían muchos coches. Pero se detuvo cuando vio mi cabeza colgando y oyó el motor acelerando. Así era Ayrton. Se preocupó tanto. No lo pensó ni un segundo. Detuvo su auto, corrió y esquivó los autos. Si ves ese video... Eso demuestra que era más que un campeón: era un héroe", recordó el francés que por entonces tenía 27 años.
Si bien Comas reconoce que no recuerda lo que sucedió ya que estuvo inconsciente durante 30 minutos, y no tiene recuerdos, al final, lo calificó como “un buen momento en mi vida”. “Sin aquel día y sin su intervención, podría haber muerto. El coche aún estaba lleno de combustible, unos 75 litros. Todas las tuberías estaban cerradas. Debido al sobrecalentamiento, habría sido posible una explosión. Así que no puedo olvidarlo, Ayrton salvó mi vida. Me resulta más difícil hablar del 1º de mayo de 1994. Pero aquel 28 de agosto de 1993 yo no tenía ni 29 años. Ahora he vivido más de la mitad de mi vida después de este accidente, probablemente gracias a su intervención. Así que sólo ha sido un buen momento”, supo describir el francés durante una entrevista a Motorsport.com.
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El duro relato de Comas por la muerte de Senna en Imola
La amistad entre ambos pilotos había comenzado hace años, que supo afianzarse después del accidente de Erik Comas, como una señal de hermandad que quedará para toda la vida, y que habrá quedado como una deuda invaluable.
Dos años después de ese choque que terminó con la heroica salvación de Ayrton Senna a Comas, el francés pudo haber “saldado la deuda”, pero el destino quiso que la realidad no fuese la misma.
Al nombrar el circuito de Imola en el Gran premio de San Marino sin dudas tendrá una de las páginas más tristes en la Fórmula 1. Todo había comenzado viernes con un grave accidente de Rubens Barrichello, un día después ocurrió la muerte de Roland Ratzenberger tras un choque. Y el domingo llegó el golpe más duro: Senna impactó en la curva de Tamburello y muerió en su coche.
“Una pesadilla”, así describió Comas aquel fin de semana en Italia. “El viernes Barrichello ya podría haber muerto, aquel accidente fue realmente increíble. Luego Roland, luego Ayrton... Esa mañana estaba sentado junto a Ayrton en la reunión de pilotos. Me dijo: 'Voy a Londres la semana que viene. Tenemos que hacer algo sobre seguridad antes de Mónaco'”, recordó Comas, pero todo terminó antes.
Aquel 1 de mayo de 1994, el piloto de 29 años iba decimoséptimo durante la sexta vuelta cuando pasó por Tamburello y vio el coche del brasileño destrozado. Pocos segundos después comenzó a ondear la bandera roja y la carrera quedó detenida.
El francés se metió a los boxes y luego de 10 eternos minutos se volvió a subís a su coche y no dudó: a toda velocidad corrió de nuevo hasta la curva para ayudar a quien siempre calificó como su héroe.
Cuando Comas llegó a Tamburello se encontró a un helicóptero en mitad de la pista, esperando para trasladar al brasileño. Los auxiliares y comisarios impidieron que Comas avanzara y bajara de su auto, pero lo que vio fue suficiente para saber qué estaba pasando.
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“Me quedé paralizado, porque me encontraba ahí, al lado del hombre que me había salvado la vida dos años antes, y no poder hacer nada por él era algo que me hacía sentir terriblemente mal. Él me salvó la vida, pero yo llegué demasiado tarde”, aseguró aún con la voz entrecortada décadas después del hecho que marcó la F1.
Inmediatamente después el francés condujo hasta los boxes y pensó: “'No quiero correr más'. Salí de la pista y decidí no participar más en esa carrera”. Tras ello, la carrera se reanudó, pero Comas fue el único que ya no quiso tomar partido en ella. El equipo le obligó a terminar la temporada, pero cuando acabó dejó la Fórmula 1.
“Me siento avergonzado y con cierta culpa por no haber retribuido lo que él hizo. Es difícil aceptar que alguien que salvó tu vida dos años antes estaba ahora a pocos metros de mí, herido gravemente. Quise dejar el coche e ir allí para ayudar de alguna manera, pero los médicos no me dejaron”, describió el duro momento que le tocó vivir en primera persona.
Más allá que si Comas hubiera llegado a tiempo, difícilmente hubiese podido hacer algo por el hombre que le salvó la vida: “Fue una experiencia tan horrible que pasados los años a duras penas empiezo a poder hablar de ello. Es algo que enterré dentro de mí durante mucho tiempo”.