En nuestro país, el dulce de leche es el agregado estrella de un sinfín de postres. Desde los famosos alfajores hasta los churros rellenos, pasando por el clásico flan con dulce de leche, este manjar empalagoso siempre está presente en la gastronomía nacional.
Este alimento tiene una magia que no solo reside en su sabor, sino también en su preparación. Aunque parece un proceso sencillo, lograr la consistencia perfecta requiere paciencia y algunos secretos.
Para aquellos que se animan a prepararlo, hay algo especial que se ve cómo un simple líquido blanco se transforma lentamente en una crema espesa y dorada. Para lograr una textura exacta existe un truco que garantiza que el dulce de leche casero sea perfecto.
Cómo es el mejor truco para hacer dulce de leche casero
Para preparar dulce de leche casero lo primero que hay que tener en cuenta son los ingredientes. Los básicos son leche, azúcar, bicarbonato de sodio y vainilla. Las proporciones más habituales son:
- 1 litro de leche
- 250 gramos de azúcar
- Esencia de vainilla
- Media cucharadita de bicarbonato de sodio (este último ingrediente es clave, ya que evita que la leche se corte y le da el característico color caramelo).
El verdadero secreto está en la paciencia. Muchos cometen el error de apurarse o dejar de remover en los momentos más importantes. El dulce de leche se cocina a fuego bajo, removiendo constantemente, especialmente en los últimos minutos cuando comienza a espesar y adquirir ese tono dorado intenso.
Muchos creen que el truco del dulce de leche está en los ingredientes, en realidad el secreto está en la técnica. Durante las primeras etapas de cocción, no es necesario remover constantemente, pero cuando la leche y el azúcar comienzan a cambiar de color y espesar, es crucial no dejar de remover.
Este es el momento en que muchas recetas fallan: el dulce de leche puede quemarse o pegarse al fondo si no se presta la atención debida. La clave está en mantener un fuego bajo constante y en no perder la paciencia. Además es importante retirar del fuego cuando el dulce de leche tiene la consistencia de una natilla, ya que al enfriarse seguirá espesándose.