El truco para cocinar una pechuga de pollo y que quede con un sabor espectacular

Es un corte muy elegido por su versatilidad y su bajo contenido de grasas, pero puede quedar seco si no se prepara correctamente. Esta técnica le agrega humedad y un toque único.

La pechuga de pollo es uno de los cortes más elegidos y usados en la cocina de todos los días: además de ser más barato que la carne de ternera, tiene un alto contenido de vitaminas y proteínas, pero muy bajas calorías. Sin embargo, la desventaja es que puede secarse con facilidad durante la cocción, por lo que es importante conocer un truco para que quede con un sabor espectacular.

La manera más sencilla y rápida de cocinar la pechuga es en la plancha o la sartén. Este plato puede acompañarse con puré, arroz o una ensalada, y es una de las opciones más comunes dentro de una dieta saludable. Esto muchas veces suele confundirse con una comida sosa o falta de sabor, pero no tiene por qué ser el caso; la clave es saber cómo prepararlo para sacarle el máximo provecho.

Lo primero que hay que tener en cuenta es la calidad del pollo: una carne color rosa pálido y con grasa blanca indica que está fresca, mientras que un tono más grisáceo o amarillento es señal de que ya empezó a deteriorarse. También es importante sacarle la piel ya que allí se encuentra la mayor parte de la grasa.

Pechuga de pollo

Cómo cocinar la pechuga de pollo y que quede con un sabor espectacular

La forma más sencilla de cocinar la pechuga de pollo es prepararla en la sartén, que debe estar precalentada y con un poco de aceite de oliva. Antes de llevarlo al fuego, es importante condimentar el corte con sal para que la absorba bien durante la cocción y se impregnen los sabores.

La pechuga debe cocinarse a fuego medio hasta que la parte de abajo esté dorada, y recién en ese momento darla vuelta y bajar el fuego. Y acá viene el truco para darle un sabor espectacular: al aceite que ya estaba en la sartén hay que agregarle dos dientes de ajo machacados, una ramita de tomillo y una cucharada de manteca.

La clave es ir bañando el pollo con la manteca derretida mientras termina de cocinarse, lo que permitirá que todos los sabores pasen a la carne y, al mismo tiempo, ayudará a que quede tierna y húmeda. Una vez que esté listo, hay que dejarlo reposar cinco minutos y estará listo para disfrutar.

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