Existe una gran variedad de croquetas, las hay de carne, pollo, jamón y queso y cualquier relleno que se nos ocurra, dependiendo del gusto de cada uno. Es un bocado que no falta en los bares y restaurantes y es ideal tanto para una entrada como para una picada. Sin embargo, elaborarlas en casa puede resultar un tanto complicado, sobre todo en lo que respecta a su textura.
El punto ideal de las croquetas se encuentra en que sean crujientes por fuera y tiernas por dentro, aunque lograrlo no es muy fácil. Si el interior está muy líquido, lo habitual es que apenas se pueda manipular la croqueta mientras se empana y fríe, aumentando las posibilidades de que se rompa. Afortunadamente, existe un truco que ponen en práctica los restaurantes y que ayuda a conseguir un equilibrio de texturas.
Cómo freír croquetas sin que se desarmen
Hay un truco para que las croquetas queden tiernas por dentro y crujientes por fuera que no todos conocen. Este método es tan simple como añadir dos hojas de gelatina neutra hidratadas a la crema del relleno.
El truco ayuda a que la mezcla adquiera una consistencia firme y gelatinosa, lo que facilita la manipulación de las croquetas. De este modo, se pueden empanar y freír sin problemas, logrando que queden líquidas en su interior y crujientes por fuera.
Al utilizar gelatina neutra, las croquetas se mantienen estables durante el proceso de cocción, evitando que se rompan. Esto garantiza que las croquetas tengan la textura perfecta, permitiendo que se disfruten con el equilibrio ideal entre una corteza crujiente y un interior suave y líquido.
También es importante que el aceite esté en una temperatura de entre 180 y 190 grados, cuanto más caliente, mejor será el resultado. Hay que tener en cuenta que para hacerlo de forma correcta lo ideal es freírlas de a cuatro unidades por vez para evitar que el aceite se enfríe rápidamente.
Una vez que estén bien doradas, se pueden poner sobre un papel de cocina para que el aceite se absorba y queden bien crocantes y estén listas para disfrutar.