El consumo de huevos representa un tema relevante dentro de la nutrición moderna, considerando que este alimento recuperó su prestigio tras años de cuestionamientos infundados sobre su impacto en los niveles de colesterol. Actualmente, los especialistas reconocen sus extraordinarias cualidades nutricionales y su aporte de proteínas completas, que contienen los nueve aminoácidos esenciales para el organismo.
Según la Academia Española de Nutrición y Dietética, un huevo de tamaño mediano (entre 53 y 63 gramos) proporciona aproximadamente 6,4 gramos de proteína, lo que significa que una ración diaria de dos unidades aporta cerca de 12,8 gramos de este nutriente fundamental. Adicionalmente, este alimento suministra vitaminas A, B1, B2, E, D, K y B12, esta última indispensable para el funcionamiento adecuado del sistema nervioso, además de cubrir porcentajes importantes de los requerimientos diarios de minerales como fósforo, selenio y hierro.
Para obtener el máximo beneficio de este portento nutricional, resulta esencial conocer tanto el momento más propicio para su consumo como la forma de preparación más adecuada, considerando que la cocción juega un papel determinante en la biodisponibilidad de sus nutrientes y en su digestibilidad, factores que influyen directamente en el aprovechamiento de sus propiedades por parte del organismo.
Cuál es el mejor momento para comer huevos: en el desayuno o la merienda
El horario matutino se encuentra como el período más favorable para la ingesta de huevos, especialmente durante el desayuno. Este primer encuentro del organismo con los alimentos después del ayuno nocturno representa una instancia muy importante donde el cuerpo demanda energía de calidad, y las características nutricionales del huevo lo convierten en un aliado ideal para satisfacer esta necesidad.
Los especialistas de la American Heart Association destacan que las proteínas de alta calidad presentes en este alimento cumplen funciones esenciales para la reparación y mantenimiento de los tejidos corporales. Además, proporcionan una sensación prolongada de saciedad, lo que aporta a reducir de manera importante los antojos entre comidas principales y favorece el mantenimiento de un peso saludable.
Respecto a la preparación, diversos estudios nutricionales señalan que para lograr una óptima asimilación proteica, resulta imprescindible someter el huevo a un proceso de cocción que mejore su digestibilidad. Cuando se consume crudo, una proporción considerable de sus proteínas se desaprovecha debido a que el sistema digestivo no logra procesarlas completamente, disminuyendo así sus beneficios potenciales.
Entre las modalidades de preparación más recomendadas desde el punto de vista nutricional, se encuentra el huevo cocido o duro, técnica que preserva sus propiedades sin incorporar calorías adicionales. Alternativas igualmente saludables incluyen la versión poché, que mantiene la yema en estado líquido, o la preparación de huevos revueltos utilizando cantidades mínimas de aceite y condimentos.
El consumo matutino de huevos adquiere especial relevancia para quienes realizan actividad física o desempeñan labores que exigen considerable esfuerzo corporal. Esto se debe a que su aporte proteico resulta fundamental para los procesos de reparación muscular, facilitando la recuperación del organismo tras el ejercicio intenso y optimizando el rendimiento físico a lo largo de la jornada.