El papado de Francisco, fallecido este lunes, comenzó el 13 de marzo de 2013, cuando fue elegido máxima autoridad de la Iglesia católica en Roma. Pero Jorge Bergoglio recorrió un largo camino para poder sentarse en la silla de San Pedro.
En su recorrido sacerdotal, el pontífice se fue nutriendo de experiencias y lecturas que lo llevaron a ser el líder reformista que imprimió un nuevo sello a la conducción del Vaticano.
El papado de Francisco, fallecido este lunes, comenzó el 13 de marzo de 2013, cuando fue elegido máxima autoridad de la Iglesia católica en Roma. Pero Jorge Bergoglio recorrió un largo camino para poder sentarse en la silla de San Pedro.
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio porteño de Flores, hijo de un inmigrante piamontés y una argentina, fue bautizado en la imponente Basílica María Auxiliadora y San Carlos del barrio de Almagro. Antes de atender el llamado de su vocación religiosa, se recibió de técnico químico y llegó a trabajar en un laboratorio.
En su juventud, una enfermedad hizo que fuese sometido a una intervención quirúrgica en la que le fue extirpada una porción de pulmón, algo que no tuvo especial impacto durante su vida, pero sí agravó el panorama de la infección respiratoria que sufrió en sus últimas semanas.
En 1957, con 20 años, decidió convertirse en sacerdote e ingresó al seminario del barrio Villa Devoto y al noviciado de la Compañía de Jesús. Como buen jesuita, hizo de la cultura general una forma de vida y se formó en historia, literatura, latín y griego.
Entre 1967 y 1970 cursó estudios de teología en la Facultad de Teología del Colegio Máximo de San José, donde tuvo como docente a Juan Carlos Scannone, fundador de la Filosofía de la liberación y de la Teología del pueblo, que tendría un gran impacto en su pensamiento y en su futuro papado.
Durante la última dictadura, como provincial de los jesuitas, Bergoglio se entrevistó con Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera para exigir (y, eventualmente, lograr) la liberación de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes realizaban tareas sociales en las villas miseria de Buenos Aires, y se encontraban secuestrados en la ESMA.
Más tarde, declararía dos veces como testigo en juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado, en la megacausa ESMA y en la causa conocida como "Plan Sistemático", donde se investigó el secuestro y supresión de identidad de menores.
En febrero de 1998 se convirtió en arzobispo de Buenos Aires, y en 2001 fue nombrado cardenal por el entonces pontífice Juan Pablo II. Fue entonces que comenzó a hacerse conocido al gran público y se destacó por su humildad y su compromiso social, que le granjeó el mote de "Obispo de los pobres", a la vez que por su apego a la doctrina tuvo enfrentamientos con Cristina Kirchner por el tratamiento de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
De esa época son conocidos sus gestos de humildad franciscana, como el hecho de residir en un pequeño departamento en vez de la residencia palaciega episcopal y su uso del transporte público, que fue inmortalizado en célebres fotografías que recorrieron el mundo. Además, nunca dejó de lado su pasión por San Lorenzo.
A los 76 años, cuando se imaginaba un retiro tranquilo sumido en la oración y lejos de los vaivenes institucionales, todo cambió: el 13 de marzo de 2013, en la quinta ronda de votaciones del segundo día del cónclave, hubo humo blanco y Jorge Bergoglio se convirtió en el primer papa jesuita, el primero americano y el primero no europeo desde el siglo VIII.
Ya la elección de su nombre marcó el rumbo de lo que sería su papado: Francisco, en homenaje al santo de Asís, quien había optado por una vida de humildad.