La reciente asunción de Nicolás Maduro, en un contexto plagado de irregularidades y denuncias de fraude, representa un paso más hacia la consolidación de un régimen autoritario que desmantela sistemáticamente las instituciones democráticas en Venezuela. El cierre de medios de comunicación, la persecución y el secuestro de opositores políticos y la manipulación del poder judicial son sólo algunos de los métodos empleados por Maduro para perpetuarse en el poder junto a la complicidad de gran parte de las fuerzas armadas que lo sostienen.
Los informes de organismos internacionales sobre torturas, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas en el país caribeño son incompatibles con cualquier noción de respeto por los derechos humanos fundamentales. La asunción de Maduro no sólo perpetúa este estado de cosas, sino que lo agrava. Como ejemplo, nos toca de cerca la detención del gendarme argentino Nahuel Gallo desde el 8 de diciembre último cuando ingresó a Venezuela para visitar a su familia. Desde entonces, se desconoce su paradero exacto. El Gobierno de Nicolás Maduro lo acusa de participar en “acciones conspirativas”. Un delirio más del dictador.
El mundo condena -salvo excepciones- las acciones y los métodos del sucesor de Hugo Chávez. Sin ir más lejos, el presidente de Chile Gabriel Boric, ha endurecido su condena al régimen chavista. “Desde la izquierda política les digo que el gobierno de Nicolás Maduro es una dictadura”, dijo después de que el equipo de María Corina Machado denunciase la detención de la líder opositora venezolana tras la movilización convocada en Caracas un día antes de la reasunción. Esta toma de posición política es de suma importancia ya que termina con el mito de que la izquierda democrática no puede existir como tal.
En la misma línea, la socialdemocracia que tuvo su representante máximo en nuestro país en la figura de don Raúl Alfonsín, alza y alzará siempre su voz contra las atrocidades cometidas en Venezuela. El gobierno de Alfonsín se caracterizó por la defensa de los pilares y valores democráticos fundamentales que sentaron las bases para la recuperación y consolidación de la democracia tras la dictadura militar argentina (1976-1983). La defensa de los derechos humanos que tuvo su máxima expresión con el Juicio a las juntas y la creación de la CONADEP, la institucionalización de la democracia y la libertad de expresión y el compromiso con la no violencia y el diálogo político, no fueron sólo hechos históricos sino la defensa y punto de partida para un nuevo orden con libertad e inclusión.
El verdadero desarrollo económico con justicia social, nada tiene que ver con lo que está ocurriendo en Venezuela donde la pobreza gana terreno día tras día y la destrucción de la clase media ha obligado a millones de venezolanos a salir del país en busca de un mejor porvenir para sus hijos. Las políticas sociales que deberían tener por objetivo la igualdad y la construcción de puentes para el progreso de toda la sociedad brillan por su ausencia o vienen siendo tergiversadas en pos del mantenimiento del régimen. La educación como elemento de promoción y superación personal se ha convertido en el brazo de adoctrinamiento del chavismo, junto con la censura y la nivelación hacia abajo.
En nombre de la libertad, el gobierno de Nicolás Maduro, ha avanzado sobre los derechos de millones de personas y ha creado un relato para mantener la cohesión interna basado en la existencia de numerosos enemigos y complots internacionales que -supuestamente- van contra la independencia de su país. Esta ilusión de inestabilidad permanente justifica los excesos de un estado parapolicial que destroza la libertad de las personas. Muy por el contrario, la verdadera libertad es un derecho que debe ser garantizado y facilitado por el Estado, no sólo a través de la protección de las libertades individuales, sino también mediante la creación de condiciones sociales y económicas que permitan a todos disfrutar de una vida plena en igualdad de oportunidades. La solidaridad es un valor central, donde la libertad individual está conectada con el bienestar colectivo.
Sin ir más lejos, el preámbulo de la constitución nacional que fuera citado por Raúl Alfonsín en sus actos de campaña del ´83 enfatiza los siguientes valores individuales y colectivos:
- La unión nacional
- La paz
- El orden
- La justicia
- La defensa común
- El bienestar general
- La protección de la libertad de todos los habitantes
Nada de esto está ocurriendo en Venezuela.