El PJ no encuentra la unidad mientras Macri y Milei acuerdan en el Congreso

Ricardo Quintela y Cristina Kirchner presentaron sus listas e irán a elecciones internas dentro del Partido Justicialista, bajo la atenta mirada de Axel Kicillof, quien eligió no definirse y es mirado de costado por sectores cercanos a la expresidenta. Mientras tanto, en la vereda de enfrente, Ritondo y Menem flamean la bandera blanca.

La presentación de la lista completa que acompañará al gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, en la competencia por presidir el justicialismo el 17 de noviembre marcó el final de una esperanza de un acuerdo con Cristina Kirchner. La síntesis no fue posible y la unidad parece lejana: algo que es lógico y a la vez, parece insólito.

Desde el punto de vista de la racionalidad, es muy difícil creer que el deficitario armado del Frente de Todos, la frustrante presidencia de Alberto Fernández y la tremenda derrota de Unión por la Patria en las elecciones del año pasado no iban a tener consecuencias. Y no solo por los 12 puntos de diferencia entre el candidato más insólito de la historia política argentina y el entonces ministro de Economía, Sergio Massa.

Los gobernadores, acobardados por la falta de definiciones a nivel nacional, desdoblaron elecciones, pero no pudieron evitar el desastre. Es más, contribuyeron a él. El peronismo perdió en las provincias antes de ser derrotado de modo aplastante en el balotaje. La incógnita acerca de qué hubiera pasado si los distritos peronistas llamaban a elecciones junto con la Nación ya forma parte del terreno de lo contrafáctico, pero está claro que a una gestión de gobierno que consolidó la distribución regresiva del ingreso instalada por Mauricio Macri le siguió una estrategia electoral deficiente para enfrentar el problema de representación que había generado. ¿Podría haber logrado Massa esos 700 mil votos que le faltaron para ser presidente en primera vuelta? ¿Podrían los gobernadores haber retenido provincias clave para el peronismo?

Este repaso no busca echar sal a las heridas, sino describir escenarios que inevitablemente las acrecientan y explican por qué dirigentes que marcharon juntos a lo largo de años, hoy enfrentan estas luchas intestinas. El gobernador de la provincia de Buenos Aires difundió un documento el sábado por la tarde en el que respondió a los reproches del sector más duro del cristinismo por no haber apoyado de modo explícito la candidatura de la expresidenta a ser titular del PJ, reiteró que el único enfrentamiento que le interesa es contra las políticas de Milei y ensayó una autocrítica para las lógicas que trajeron al peronismo -y al país- a este presente aciago. “La lógica de sometido o traidor causó malos resultados” concluyó el gobernador.

Hay varios detalles recientes para repasar alrededor de este drama, digno de Shakespeare, que enfrenta a dirigentes que hasta hace poco tuvieron relaciones fraternas y casi filiales. Quienes sostienen que el contacto entre Axel Kicilloff y Cristina Kirchner existió, también deslizan una advertencia a la armadora del último frente: “De tu discurso del jueves (día de la Lealtad) depende el futuro de nuestra relación”.

En ese discurso, el ex ministro de Economía elogió y defendió a Cristina en varias oportunidades, pero evitó un apoyo explícito a su candidatura. En el Instituto Patria esto no cayó bien y se leyó el acto como el lanzamiento de la candidatura “Axel presidente”. Por eso se filtró una invectiva del viernes de CFK. “Los Poncio Pilatos y los Judas en el peronismo no van más.”

Otras fuentes cercanas matizan el enfrentamiento. La cosa tiene arreglo y “para ella la interna va a ser saludable porque la legitima, la fortalece frente a los que critican las elecciones a dedo. Ella no va a romper con Axel ni Axel con ella… al menos hasta 2027”, advierten. Es cierto también que en un sector de La Cámpora se extiende una sensación de desasosiego. Hoy viven el impacto del golpe en contra de la creencia inicial de que el clamor para que Cristina Kirchner presida el PJ se generalizaría y alcanzaría para ordenar las internas.

Con algo de distancia y de análisis político, esa ilusión no se apoya en la historia más reciente. En 2017, tuvo que competir por fuera del peronismo ante la oposición de buena parte de sus dirigentes a acompañarla. En 2019 -luego de demostrar que los votos le seguían perteneciendo- tuvo que elegir a Alberto Fernández porque, si no, muchos gobernadores no se sentaban a negociar con ella. ¿Por qué después del fracaso del último gobierno las cosas serían mejores?

Lo insólito e incomprensible para quienes no siguen el minuto a minuto de la política, es que los sectores que hoy se enfrentan parecen idénticos desde afuera. Es muy difícil para el común de la gente diferenciar entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof. Pero incluso, con diferencias más marcadas, no hay una mirada tan disímil de país entre ellos y Ricardo Quintela. La pelea es entre iguales y los que son muy distintos se relamen.

En efecto, no lo hacen solo Javier Milei y Mauricio Macri, que, tarde o temprano, se encaminarán a una alianza electoral y acaban de dar por terminada la disputa por la presidencia de la Cámara de Diputados con el despliegue de bandera blanca entre Martín Menem y Christian Ritondo. También dentro del peronismo, quienes lo quieren amigable con el poder, sumiso y solo una propuesta menos salvaje que la de Milei, pero con el mismo objetivo, se entusiasman por los estragos que las internas causan en los únicos dirigentes que de verdad pueden oponerse a la destrucción de la Argentina.

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