"Es difícil decirle que no a la gente": el duro testimonio de la coordinadora de un comedor

La encargada de alimentar a cientas de personas en Lanús explicó el desafío diario que implica la falta de asistencia de Capital Humano, que este lunes acató la orden judicial para distribuir recursos retenidos. La desesperación por no llegar a cubrir las necesidades del barrio.

El Gobierno acató la orden judicial que vencía este lunes y que le ordenaba al Ministerio de Capital Humano, liderado por Sandra Pettovello, la incorporación de 66 comedores comunitarios a la distribución de alimentos, en medio del extendido conflicto por la retención de mercadería en depósitos.

"La Justicia había intimado a Pettovello a repartir alimentos al menos a 66 comedores y finalmente, al límite de la intimación, el Gobierno incorpora al Programa Alimentar Comunidad", relató Vanesa Petrillo en De Una, luego de detallar que los mismos pertenecen a una asociación de cartoneros que preparan comida para alimentar a aproximadamente 10 mil personas.

Alejandra, coordinadora de uno de estos comedores ubicado en Lanús que comenzó a funcionar hace 7 años como centro cultural, dialogó con el móvil de C5N: "Ojalá no fuera un comedor, que sea un centro cultural sería mucho mejor. Es triste tener que tener un comedor para poder abastecer a un vecino de un derecho básico como es el alimento".

Luego reveló que en los últimos meses "hemos recibido auditorías de Capital Humano y demostramos con realidad que existimos y que hay un trabajo genuino". De esta manera, hicieron frente a las acusaciones que desde el Gobierno lanzaron cuando aseguraron que muchos de los comedores no existían.

Respecto a la diaria del comedor, Alejandra contó que han llegado "a recibir 215 tuppers" en una tarde y que muchos de los vecinos se acercan con dos o tres recipientes para poder abastecer a su grupo familiar, al tiempo que advirtió que "siguen llegando historias nuevas" de personas que necesitan alimentarse.

"Todos los días pasa gente recorriendo y pidiendo una ración de comida y que lamentablemente ya no tenemos nada que ofrecer. Es difícil decirle que no a la gente", lamentó.

Por otra parte, explicó que cada vez son menos quienes llevan adelante esta tarea: "Somos pocas las manos que estamos haciendo este labor porque el Gobierno decidió congelar el salario complementario (que recibía cada voluntario) de 78 mil pesos y hoy es ad honorem hacer este trabajo".

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