“Los que creemos en la libertad debemos unirnos para hacerle frente a esta barbarie y formar una alianza de naciones libres”, señaló un exultante Javier Milei en su último discurso en la Conferencia de Acción Conservadora, que se desarrolló en Mar-a-Lago, en el estado de Florida. La alocución cerró 48 horas frenéticas para el mandatario argentino en las que se codeó con la flor y nata de la derecha estadounidense, consiguió foto con el propio Donald Trump, posó con Elon Musk y Silvester Stallone y concedió él mismo una enorme cantidad de selfies a los 300 asistentes al encuentro. En ese estado de exaltación, pasó buena parte de la noche y madrugada del jueves para el viernes posteando y retuiteando comentarios sobre su actividad.
Así fue como soltó un duro descargo como epígrafe de la foto donde aparecía junto a Trump, Elon Musk, Karina Milei y el canciller argentino Gerardo Werthein, que fue compartida por el mismo dueño de la red social X (antes Twitter). El presidente expresó: “Recuerdo cuando las basuras de la política y sus socios del periodismo ensobrado decían que me daba RT porque me estaba confundiendo con Miley Cyrus”.
Sigue siendo sorprendente la necesidad de validación que muestra en cada una de sus manifestaciones públicas pero esta no es una columna de psicología sino de análisis político. Por eso, cabe preguntarse qué posibilidades beneficiosas consiguió el presidente para nuestro país en su séptima visita a los Estados Unidos en 11 meses de gobierno. No parece a simple vista que el alineamiento automático con las políticas de Trump reporten una ventaja comparativa frente a los demás países y quizás complique otros frentes.
En efecto, Milei debió abandonar la península de Florida bastante rápido porque este fin de semana recibe en nuestro país al primer ministro francés, Emmanuel Macron. Europa mira con recelo la vuelta de Trump al poder y el regreso del proteccionismo. El alineamiento automático de Milei puede generar turbulencias en la relación con los países del viejo continente.
Es cierto que muchos de esos países -Francia incluida- están muy interesados en las enormes posibilidades que el RIGI les brinda con muy pocas obligaciones como contrapartida, pero eso también tiene límites. La poca adhesión de Milei a las agendas que propone la Unión Europea puede tener consecuencias. Lo mismo sucede con China. Hace unas semanas, Milei dio una muestra de pragmatismo al elogiar a la diplomacia de ese país. Incluso, antes de viajar a los Estados Unidos habló de la posibilidad de explorar tratados de libre comercio con ellos pero también con China.
En su discurso de despedida en la convención conservadora todo eso se borró. Propuso un entente anti ONU y pro occidental que parece tener poco asidero en la realidad mundial, pero puede alertar a otros potenciales socios. “Los Estados Unidos liderando en el norte, Argentina en el sur, Italia en la vieja Europa e Israel, el centinela en la frontera de Oriente Medio”, lanzó. De cualquier modo, la Cancillería y el vocero ya anunciaron que habrá reunión con Xi Jinping en el marco del G-20, a pesar de estos movimientos del libertario.
Una máquina de generar anuncios y polémicas
Más allá de haber tenido a su líder de viaje, la gestión libertaria continúa siendo una máquina de generar anuncios y polémicas. No termina una y ya sus dirigentes se embarcan en otra. En las últimas horas de ayer se anunció la eliminación de impuestos a los productos importados y el envío de un proyecto para eliminar las PASO. La primera medida puede parecer otro alivio para las tensiones inflacionarias pero complica las cosas si se piensa en un escenario de retraso cambiario con una producción nacional muy golpeada por la entrada creciente de importados. Desde distintos sectores se alerta acerca del crecimiento desmedido de importaciones que golpean directamente a la industria local, como vinos, tomate en pulpa y cerdo entre otros. Hasta el amigable presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, tuvo que alertar acerca de esta realidad.
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Ya se sabe que la decisión de quitarle la jubilación de expresidenta y la pensión a Cristina Kirchner tendrá una respuesta judicial, pero también pone en el centro del ring a la presidenta del PJ, a unas horas de asumir. La medida, que se contradice con lo que el propio presidente sostenía hace un par de meses, es ilegal y va a contramano del principio de seguridad jurídica que los liberales dicen poner por delante de todo.
Pero, además, envía un mensaje contradictorio. Por un lado, es claramente disciplinadora: se avanza contra Cristina por quién es y por los intereses que tocó y en ese sentido es una señal a todos los demás dirigentes políticos. Por eso la expresidenta señala con justeza que ni a la viuda de Carlos Menem -que murió condenado por corrupción en segunda instancia- ni a la viuda de Fernando de la Rúa -que debió renunciar en medio de una masacre- se les quitaron las pensiones.
Pero, por otro lado, también es un signo intranquilizador, en el sentido de que no hay reglas que se respeten. El sesgo monárquico que implica la medida es un alerta para quienes hoy negocian desde la oposición y puede ser un bumerán en momentos de menor fortaleza del gobierno. Los socios del PRO también brindan su ayuda en este sentido impulsando que se discuta la semana que viene el proyecto de ficha limpia, una ley que parece pensada para -en lo inmediato- proscribir a Cristina Kirchner.
Buscando generar compensaciones simbólicas para una población que ve con buenos ojos la baja de la inflación pero que no recibe buenas noticias personales hace meses, el libertario ha elegido antagonizar con la dos veces presidenta. Que salga bien o mal esa aventura depende de tantos factores que hoy parece imposible de predecir.