“El Hogar de Cristo es el modo de vivir la Iglesia que nos enseña el Papa Francisco: una Iglesia en salida, una Iglesia pobre para los pobres”, se escuchó decir al cura villero, José María “Pepe” Di Paola, en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, patrona y protectora de la Argentina.
Fue en la Semana Santa de 2008, en la villa 21/24 del barrio porteño de Barracas, que el entonces arzobispo y cardenal, Jorge Mario Bergoglio, paria con el lavado de los pies a chicas y chicos adictos a las drogas y en la exclusión total, los Hogares de Cristo, un modelo de salvación comunitaria que había conocido décadas antes por un sacerdote jesuita de Santiago de Chile, Alberto Hurtado.
En un clima de festejo, pocas veces visto en la solemne basílica de la Virgen, por los 17 años de la Familia Grande de los Hogares de Cristo fue Di Paola que animó los aplausos y rezos por la salud del Papa Francisco.
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Una multitud en la Basílica de Luján.
“Pedimos por la salud de aquel que fuera nuestro obispo y que le diera hace 17 años atrás el puntapié inicial para comenzar esa tarea que veníamos realizando los curas de las villas y que él acompañó siempre hasta el día de hoy”, arrancó el cura villero que desde el año pasado pastorea en La Banda, provincia de Santiago del Estero. Y agregó: “Jorge Bergoglio nos enseñó también a recibir la vida como viene. En un mundo donde predomina el individualismo, la crueldad y el sálvese quien pueda, el Hogar de Cristo levanta la bandera de la comunidad organizada”.
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Un clima de festejo pocas veces visto en la solemne basílica de la Virgen.
Los Hogares de Cristo que abrazan la vida de los rotos de las villas y barrios populares fueron a los pies de la Virgen de Luján a renovar su compromiso, de mirar desde al más humilde y más pobre, “porque no somos un rejuntado, somos la Gran Familia de Hogar de Cristo”, sostuvo el Padre Pepe y preguntó a la multitud de fieles, con una decena de curas y obispos como testigos, “si esto no es la Iglesia, ¿la Iglesia dónde está?”.
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Los Hogares de Cristo abrazan la vida de los rotos de las villas y barrios populares.
Además de una decena de curas, estuvieron dos arzobispos, Gustavo Carrara (La Plata) y Jorge Eduardo Scheinig (Mercedes-Luján), más dos obispos Juan José Chaparro (Merlo-Moreno) y Eduardo García (San Justo) y el ex presidente de los obispos y recientemente jubilado del obispado de San Isidro, Óscar Ojea.
Durante la misa del Hogar de Cristo hubo tres gestos significativos: el primero fue la despedida de un referente, el Padre Carlos “Charly” Olivero, que parte a Colombia con el fin de latinoamericanizar la propuesta de recuperación de las adicciones de los Hogares de Cristo. El segundo gesto fue la bendición y donación a una comitiva del Hogar de Cristo Bahía Blanca, la ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires golpeada por las inundaciones. El tercer gesto fue el cura Charly lavando los pies a cuatro miembros de los equipos organizadores de los Hogares repitiendo el gesto evangélico de servicio que enseñó Jesús el Jueves Santo.
Luego de la misa siguieron a puro bombo, redoblante, estandartes y banderas agitando por la calle porque la fiesta siguió en la Villa Marista de Luján donde los Hogares de Cristo de todo el país disfrutaron de un festival musical y el almuerzo.