La semana que pasó estuvo marcada por algo inhabitual en estos 15 meses: el gobierno libertario encontró límites dolorosos a su voraz voluntad política. Eso se vio tanto en el Senado como en el ámbito diplomático.
La Casa Rosada hizo malabares discursivos para convertir el gesto proteccionista de Trump en otra cosa e intentar disimular la desprotección que tendrá la economía argentina, completamente abierta a los productos extranjeros.
La semana que pasó estuvo marcada por algo inhabitual en estos 15 meses: el gobierno libertario encontró límites dolorosos a su voraz voluntad política. Eso se vio tanto en el Senado como en el ámbito diplomático.
Se sabe, Milei no se lleva bien con el consenso o la negociación. Sus estrategias sólo comprenden imposición o sumisión. Del otro -como ha sucedido frecuentemente en el Congreso- o propia, como en su relación con Donald Trump. Por eso, la que pasó fue una semana de enojos. Por ejemplo, con el canciller Gerardo Werthein quien viajó a los Estados Unidos con dos misiones y falló.
La primera, conseguir la confirmación y la fecha de la visita del presidente argentino al salón oval de la Casa Blanca. La segunda, algún tipo de guiño o diferenciación a nuestro país en el tema de los aranceles impuestos por Donald Trump al mundo. A pesar de tener sendas reuniones con el secretario del Departamento de Estado, Marco Rubio, y con el secretario de Comercio, Howard Lutnick, ninguna de las dos cosas se consiguieron y la imagen del ministro quedó golpeada.
En el entorno presidencial recordaron súbitamente su velado apoyo a la campaña demócrata y elogios del pasado a Cristina Kirchner. También fue un bluf el premio consuelo que se ideó: el viaje relámpago de Milei a Mar-a-Lago, la residencia de Trump, para recibir un premio inexistente y sacarse selfies con ignotos personajes. Trump no llegó a tiempo para conceder una piadosa instantánea y el presidente argentino se volvió sin nada.
En el inicio de un periodo global de gran incertidumbre por los anuncios arancelarios norteamericanos y la respuesta de todo el mundo, la Casa Rosada hizo malabares discursivos para convertir el gesto proteccionista de Trump en otra cosa e intentar disimular la desprotección que tendrá la economía argentina, completamente abierta a los productos extranjeros y con un dólar baratísimo a expensas de la pérdida de reservas del Banco Central.
Por un lado, el Brasil de Lula, la Colombia de Petro y hasta la Venezuela de Maduro tendrán la misma suba de aranceles que la sumisa Argentina de Milei. Por otro, justamente países como Brasil pueden devaluar como forma de responder al proteccionismo norteamericano porque tienen descalzado el tipo de cambio de sus precios vernáculos. En una economía bimonetaria como la nuestra, eso es imposible.
La última mala noticia para nuestro país la trajeron las declaraciones de Mauricio Claver Carone, representante del Departamento de Estado para Latinoamérica. El enviado de Trump a la región condicionó el apoyo estadounidense en el FMI a que finalice el intercambio de monedas (swap) que la Argentina tiene con China. Sin comprar la insólita negación de que la medida anunciada por EEUU sea proteccionismo, hay algo cierto en lo que sostienen en el gobierno nacional. Trump está haciendo geopolítica con el anuncio de aranceles. Y uno de los objetivos más importantes de esa geopolítica es aminorar la presencia china en nuestra región. Las declaraciones de Claver Carone lo demuestran.
Con todo, hay gestos ideológicos que quizás le den esperanzas a Milei de un trato preferencial. El mismo Departamento de Estado que le negó a Cristina Kirchner ingresar al país por su condena en la causa vialidad, es el que alertó acerca de una presunto intento proscriptivo de la Justicia francesa por el fallo contra Marine Le Pen. “La caza de brujas contra Marine Le Pen es otro ejemplo de cómo los izquierdistas europeos utilizan el Lawfare para silenciar la libertad de expresión y censurar a su oponente político”, escribió Trump en su plataforma de redes sociales Truth Social. “Es el mismo ‘libro de jugadas’ que se utilizó contra mí”, agregó. La doble vara norteamericana quizás le aire al gobierno argentino.
Mientras tanto, en nuestro país, el Senado rechazo de modo inédito los pliegos de los dos jueces propuestos por el gobierno para la Corte. El gobierno, olvidando el respeto a la división de poderes una vez más, repudió la decisión de la Cámara Alta en un comunicado de la oficina del presidente. Es cierto que el Senado nunca antes había rechazado pliegos propuestos por el Ejecutivo pero eso también se debe a la estrategia antes mencionada. Imposición o sumisión. Nunca negociar. Se le ofreció al oficialismo desde los bloques amigos que retiren los pliegos y presenten otros y la respuesta fue la inflexibilidad. Se insiste con que a Manuel García Mansilla debe continuar en comisión hasta el 30 de noviembre aún cuando ya hay fallos judiciales en contra de eso.
Al laberinto económico- financiero en el que se ha metido el gobierno con el dólar pisado como única estrategia anti inflacionaria se suma el desbarajuste institucional generado por una gestión sin respeto por las instituciones de la República, en medio de una crisis internacional que mostrará con crudeza nuestras debilidades. Ese combo siempre salió muy mal en la historia argentina. ¿Esta vez será distinto?