"Haceme un paneo general del lomo de Fort por favor, de pies a cabeza", le pidió Alejandro Fantino al camarógrafo del móvil que Animales Sueltos montó en el imponente departamento ubicado en el barrio porteño de Belgrano en el 2008. Ricardo Fort llevaba una camisa blanca, jeans, cadenas y botas texanas, estaba bronceado y tenía un peinado voluminoso.
El hombre, de 40 años, era uno de los herederos del imperio Felfort, la importante marca de chocolates, y su irrupción en la televisión ocurrió como fue todo en su vida: ostentosa, extravagante, desinhibida, y sobre todo, diferente a todo lo que se veía en los medios.
El reloj en la pantalla marcaba las 23.30 cuando el millonario comenzó a recorrer su casa para mostrar detalles de su vida privada. El paso por su vestidor incluyó un minucioso repaso de los coloridos sacos que incluía. Sin sonrojarse, contaba que las botas que tenía puestas costaban "más o menos 500 euros y las otras 2.500 dólares", en referencia a otros pares que tenía, todos de origen extranjero. El conductor del programa reiteró, en varias ocasiones, que el televidente estaba viendo "la casa de un tipo excéntrico, de una persona que vive realmente muy bien, de un tipo diferente".
Luego de jugar a tirarse a la amplia cama, de un espléndido blanco, con la movilera, le pidieron que muestre que había en la heladera. Todos querían saber qué comía un personaje como este, con un físico entrenado, que demostraba un interés particular por su apariencia. "Están a dos cuadras", indicó exagerando y luego contó que tenía una para conservar su comida y otra para la de sus hijos Marta y Felipe.
Por último, las cámaras mostraron el baño, con el llamativo detalle de una doble ducha y la exhibición de una amplia variedad de perfumes importados. En ese momento, Fantino quiso saber cuál había sido el último regalo que había hecho y el protagonista de la noche aclaró que había sido "a una mujer, por supuesto". Esa actitud se convirtió en una constante de los primeros años de Fort en la farándula: rodearse de hermosas mujeres y despejar cualquier duda respecto a su sexualidad.
La intervención del carismático empresario en el late night conducido por Fantino se convirtió en la primera de una catarata de notas y entrevistas. La televisión argentina había descubierto a un nuevo personaje que prometía un mundo interminable de situaciones y la fascinación por esa vida lujosa, totalmente ajena a esos años, fue la puerta para entrar en él.
Luego vendría un reality sobre su vida que se podía seguir en YouTube, su llegada al Bailando por un Sueño, su desembarco en la calle Corrientes, las peleas escandalosas en Infama y otros programas de la tarde, los recordados musicales en su propio programa Fort Night Show, los viajes repentinos a Miami, su séquito de guardaespaldas y de "gatos", las voluptuosas mujeres que lo acompañaban, su romance con un joven futbolista. La vida y obra de Ricardo Fort estaba a toda hora en la tele y así fue durante cinco años hasta su muerte.
Ricardo en su programa Fort Night Show
La "prehistoria"
Sin embargo, ese móvil de Animales Sueltos no fue la primera vez para el mediático. Existe en el registro de la tele subido a internet un antecedente a este momento que, pese a tener el mismo protagonista, pareciera haber sido encabezado por otra persona.
Su sueño de ser cantante había empezado en su juventud. Fue así que grabó una canción que intentó promocionar presentándose en un programa clásico de fines de los 90, Movete. Carmen Barbieri recibió en su magazine a un joven Ricardo que entonó el sencillo No volverás.
Pero ese instante musical pasó desapercibido para todos y el incipiente cantante se fue a Miami a promocionarlo. Todavía faltaban un par de años para que su cara, su voz y su nombre se transformen en el foco de atracción de los argentinos.