La noche del 9 de febrero de 1995, los Rolling Stones se presentaron por primera vez en Argentina. Fue el primero de los cinco recitales que la legendaria banda británica dio aquel verano en el estadio de River Plate, frente a 60 mil espectadores que rugieron durante las dos horas y media que duró el concierto.
La visita de los Stones al país significó la concreción de un sueño largamente postergado. Nunca antes habían bajado a Latinoamérica. El lanzamiento del disco Voodoo Lounge, en 1994, lo hizo posible. México DF, San Pablo, Río de Janeiro, Buenos Aires y Santiago de Chile fueron los destinos elegidos para el tramo del tour mundial que se prolongaría al sur del Río Bravo.
Quien logró traer a los Rolling Stones a la Argentina fue –cuándo no- el empresario Daniel Grinbank, por entonces dueño de la Rock&Pop, la radio FM líder en audiencia, que apuntaba a un público netamente joven y rockero, y que estaba próxima a cumplir los diez años en el dial. El festejo no podía ser mejor.
Todo fue posible gracias a un artificio llamado convertibilidad creado por un tal Domingo Cavallo en 1991. La paridad ficticia "1 peso = 1 dólar", que se convirtió en un símbolo de la década menemista, produjo un importante cambio cultural en el país. En lo que respecta al rock, se vio reflejado en un incremento de la oferta de música extranjera, tanto a través de la edición de cd's como de la visita de artistas internacionales.
La semilla que plantó Keith Richards y regaron los Ratones Paranoicos
En noviembre de 1992, Keith Richards, el histórico guitarrista de los Rolling Stones, se presentó en el estadio de Vélez Sarsfield con The X-Pensive Winos, la banda que acompañó su proyecto solista.
Aquella noche en Liniers, los Ratones Paranoicos actuaron como grupo soporte. La banda liderada por Juanse, que durante años mantuvo encendida la llama del rock and roll en estas tierras, brindó un show inolvidable junto a Pappo. El delirio del público fue tal que hasta el propio Richards quedó asombrado.
Durante 1993 y 1994, en cada show de los Ratones -en uno Obras se presentaron junto al ex stone Mick Taylor- podía escucharse al público cantar: "Mire, mire qué locura… Mire, mire que emoción… Esta noche toca Juanse y el año que viene tocan los Stones". Una especie de stonemanía se estaba desatando en Argentina, alimentada por tantos años de espera.
A mediados de 1994 se confirmaron dos shows en Buenos Aires. La venta de entradas se realizó una madrugada de octubre en el mismo estadio de River. Una multitud copó el lugar. Las boleterías no daban abasto. Hubo avalanchas, corridas, detenidos y un muerto: Fabián Maldonado, que esa noche cumplía 22 años. Fue degollado con el pico roto de una botella de vidrio.
entrada afiche Rolling Stones
A partir de la enorme demanda generada en la venta de entradas, semanas después se anunciaron otros dos shows y luego un quinto. Todos en River. Un récord absoluto.
Llegó el verano del 95 y llegó febrero. Los Rolling Stones aterrizaron en Ezeiza un domingo por la noche. Como ocurría con los Beatles en los 60, una horda de fans los recibió en el aeropuerto a los gritos, corrió detrás de la combi que los trasladaba y montó guardia en la puerta del hotel Hyatt durante días. La histeria era total. La fiebre stone se palpaba en el aire.
La presencia de los británicos en el país terminó por alumbrar a una subcultura que existía desde hacía años en los barrios: el rolinga, un invento 100% argentino. Remeras y dijes con la lengua, camperas y jardineros de jean, pañuelos enrollados y atados al cuello, botitas Topper de lona, flequillos muy rectos… El look característico del público que por aquellos años colmaba los recitales de los Ratones y Pappo, y que más tarde encontraría continuidad en bandas como Viejas Locas, La 25 y Jóvenes Pordioseros, entre otras.
La visita de Sus Majestades Satánicas se convirtió en un hecho nacional. En los medios y en la calle no se hablaba de otra cosa. El presidente Carlos Menem los recibió en Olivos, los agasajó con pizza y champagne, y les convidó habanos cubanos enviados por el propio Fidel Castro.
El paso a paso de una noche histórica
Los primeros acordes de rock sonaron a la tarde con los shows que dieron las tres bandas soportes: Pappo, Las Pelotas y los Ratones. A las 21:33 se apagaron las luces del estadio y una cobra gigante ubicada al costado del escenario lanzó una enorme llamarada de fuego. El público estalló. Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood salieron a escena y comenzaron a sonar los primeros compases de Not Fade Away, un cover de Buddy Holly.
Luego siguieron Tumbling Dice, algunos temas de Voodoo Lounge y otros de la primera época. El primer bloque culminó con (I Can't Get No) Satisfaction. El Monumental se vino abajo.
Tras el éxtasis inicial, Richards y Woods tomaron la guitarras acústicas para tocar Out of Tears y Angie, uno de los principales clásicos de la banda. Todavía no había celulares, pero el público solía acompañar con sus encendedores. El estadio se convirtió en un gigantesco árbol de Navidad.
Embed - The Rolling Stones Buenos Aires, Argentina River 16 01 1995
Siguieron más temas de Voodoo Lounge y, tras un pequeño respiro, el show comenzó a levantar otra vez la temperatura con Miss You y Honky Tonk Women. Jagger presentó a la banda. Richards fue uno de los más ovacionados. Eso dio pie al bloque de dos canciones que iba a cantar: Before They Make Me Run y The Worst.
Entonces vino el tramo final del show, con una catarata de hits: Sympathy for the Devil, Gimme Shelter, Street Fighting Man, Start Me Up, It's Only Rock 'n' Roll (But I Like It), Brown Sugar y Jumpin' Jack Flash.
nota Clarín Rolling Stones
La conexión entre el público argentino y la banda fue tremenda. En medio del incesante "Olé, olé, olé, olé...Jagger, Jagger", el cantante divisó a la gente que cubría el césped del Monumental revoleando su remera por arriba de su cabeza y no pudo evitar hacer lo mismo con la suya.
Los Rolling Stones dieron otros cuatro shows en esa gira (el 11, 12, 14 y 16 de febrero de 1995) y volvieron a la Argentina tres veces más: 1998 (con Bob Dylan como telonero), 2006 y 2016. Pero aquel primer recital dejó un recuerdo imborrable en cada uno de los 60 mil que tuvieron el privilegio de ser testigos de esa noche histórica.