A 20 años de Cromañón, la falta de contención del Estado también mata

En 2013 se sancionó la primera ley que reguló la reparación, pero que funcionó con prórrogas provisorias hasta 2024 y no incluyó a muchas de las víctimas. Además, la ausencia de acompañamiento psicológico llevó a que al menos 19 jóvenes se suicidaran. "Todavía hay un montón de pibes que no pudieron salir de la puerta del boliche", remarcan desde las agrupaciones.

Cuando en la fatídica noche del 30 de diciembre de 2004 los propios asistentes al recital de Callejeros en República Cromañón conformaron un cordón para ayudarse a sacar gente del boliche, tuvieron, sin saberlo, un adelanto de lo que vendría: deberían colaborar y tejer redes entre ellos ya que el mismo Estado que no cumplió con los controles para garantizar su seguridad les retacearía ayuda durante muchos años, mientras intentaba desligarse de su responsabilidad por la masacre. "A 20 años, todavía hay un montón de pibes que no pudieron salir de la puerta de Cromañón", remarcan los sobrevivientes y familiares de víctimas.

Los bomberos y la Policía no daban abasto. Los hospitales recibían gente con un personal mínimo de guardia, sin tener ningún protocolo ni plan, y todo dependía de la buena voluntad de los profesionales, mientras los familiares se enteraban, por un canal de televisión o a través de una escueta nota pegada en las puertas de las guardias, de que sus seres queridos habían fallecido. Luego, seguiría un largo periplo de los sobrevivientes en busca de reconocimiento, de ayuda, de acompañamiento. No les llegó a todos: a la fecha, al menos 19 decidieron quitarse la vida.

En 2013, nueve años después de la tragedia, la Legislatura porteña sancionó la primera ley que reguló la reparación, que funcionó desde entonces con prórrogas provisorias, que debían ser peleadas por las distintas organizaciones de sobrevivientes. Recién el 12 de diciembre de 2024 se aprobó la modificación que la convirtió en vitalicia, y que además garantiza asistencia en áreas cruciales como salud, educación y apoyo psicológico, además de otorgar una compensación económica.

"Tuvimos que unirnos para que el Estado se haga responsable con una Ley de Reparación que fue posible gracias a que hubo compañeros y compañeras que antes siguieron manteniendo un decreto que empezó en 2005 y después se continuó durante todo el tiempo hasta 2013 que fue la sanción de la ley. Esas medidas reparatorias fueron de la mano de los sobrevivientes y los familiares, siempre fueron impulsadas por nosotros y nosotras", expresó a C5N Celeste Oyola, sobreviviente de la masacre.

Por su parte, Nicolás Poppolla, sobreviviente e integrante de la agrupación El camino es cultural, señaló: "Hay una concepción política muy grande que empezó Aníbal Ibarra y después la continuaron Jorge Telerman y el macrismo, que es que en los primeros decretos que se firmaron para brindar asistencia el Gobierno de la Ciudad planteaba en los considerandos que 'solidariamente tenía que acompañar a los sobrevivientes a afrontar las desgracias individuales vividas en Cromañón'. Esa ya es toda una definición política porque el Estado se corre de su responsabilidad".

Sobrevivientes de Cromañón: el acompañamiento en salud mental

Mientras las autoridades porteñas les daban la espalda a sobrevivientes y familiares de víctimas de Cromañón, el Centro de Asistencia a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos Dr. Fernando Ulloa, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, comenzó con la asistencia integral sobre el final de la gestión de Cristina Kirchner. Sin embargo, durante el macrismo este programa se fue desmantelando, y regresó con la gestión de Alberto Fernández. Hoy, como tantos otros espacios estatales, se está viendo vaciado.

"Nunca sentí que tuviera que hacer algo sola, siempre fue acompañada de alguien, ya sean sobrevivientes, o la suerte de tener una familia, una red de contención de amigos. El año que viene si todo sale bien en la provincia de Buenos Aires va a existir este acompañamiento por parte de los hospitales. En la Ciudad hay solamente uno que atiende el programa Cromañón, el Laura Bonaparte, que estuvo a punto de cerrarse este año", remarcó Oyola.

"La salud mental está mal entendida y en estos tiempos, sobre todo, es muy necesaria. Estamos ante escenarios de mucha crueldad para determinadas partes de la sociedad, entonces me parece clave recalcar que en su momento pudimos tener un convenio con el Fernando Ulloa que funcionó muy bien, lo hicimos los sobrevivientes pero acompañados por el Estado, donde hoy en día hay un grupo de sobrevivientes que tienen psicólogos a disposición. Hay redes que se fueron formando en estos 20 años pero lo que falta es la decisión política de agarrar Cromañón y hacerse cargo, eso es lo más importante y lo que más necesitamos", añadió.

"Los profesionales ligados a los derechos humanos, que vienen de laburar desde los 80 con Abuelas, nos explicaban que ese corrimiento del Estado tiene un efecto en cuanto a salud mental que repercute muy negativamente en las víctimas, porque te están llevando a que vos tengas que transitar tu trauma desde tu propia singularidad", sostuvo Poppolla.

"No hay un Estado que viene y dice 'mirá, armamos ese dispositivo de atención porque no solo te queremos acompañar, sino porque nosotros también fuimos parte del daño causado y estamos acá intentando de alguna manera ponernos a disposición o pedirte disculpas'. Eso refuerza el sentimiento de culpa, que es algo que atravesamos todos los sobrevivientes en algún momento de estos 20 años", destacó.

Además, subrayó que, en materia de política pública y política de salud, el acompañamiento a las víctimas por parte de las administraciones gubernamentales fue "muy dejado". "Por ejemplo, en la Ciudad tenés a una médica que es la que coordina el equipo de salud clínico, que le pone todo el corazón del mundo y su compromiso desde el primer momento, pero con eso no alcanza si no hay una decisión política de acompañar", ilustró.

Por otra parte, el estreno de la serie Cromañón vino a remover heridas que no habían cerrado apropiadamente. "Hubo muchos pedidos de ayuda, de contención, gente a la que le hizo muy mal. Los medios titulaban 'polémica entre las víctimas sobre la serie de Cromañón'. Lo que tenemos que pensar es si el problema era la serie o que a los pibes los dejaron solos. Que por ver una serie vuelvan a sentir olor a quemado, que tengan ataques de pánico, que no puedan dormir. Lamentablemente hoy, a 20 años, todavía hay un montón de pibes que no pudieron salir de la puerta de Cromañón. Su vida quedó ahí y eso es una cagada", sentenció Poppolla.

Los suicidios entre los sobrevivientes de Cromañón

A la cifra de 194 muertos de la noche de la masacre se suman al menos 19 sobrevivientes que terminaron quitándose la vida a causa del estrés postraumático. "Teníamos un compañero que en su momento estuvo con nosotros luchando por una Ley de Reparación en la Ciudad en 2013 y cuando todavía no habíamos logrado que el Ejecutivo la reglamentara, se suicidó. Todo eso terminó derivando en un convenio a nivel nacional entre el Ministerio de Salud y el de Justicia y Derechos Humanos de la Nación en el que las víctimas de Cromañón empezaron a tener lugar de atención en el Ulloa", relató.

"El dato que tenemos es que son 19. El tema con Cromañón es que no hay un padrón real al día de la fecha de cuántos somos, quiénes somos, dónde estamos y cómo estamos. Esa es una deuda pendiente que tiene la historia para con los sobrevivientes y para con la Argentina, es algo que se tendría que saber porque si no, pasan estas cosas, que no se puede hacer un acompañamiento real, que no se puede saber cómo están esas personas después de tanto tiempo, con las secuelas que ya se sabe que vamos a tener. Hay que hacerse cargo. Por eso el número que tenemos es 19 pero no sabemos si es el total o si hay más", añadió Celeste.

"Hay gente que lo tuvo que vivir muy en soledad, no es lo mismo alguien que fue con un grupo de amigos y salió que una persona que fue sola y tenía 14 años. En el padrón de la Ciudad hay 1.600 sobrevivientes reconocidos, pero si vas a la estación de Once dice '4.500 sobrevivientes, uno puede estar viajando con vos', entonces hay una dualidad ahí que no se entiende. Hablamos de pibes y pibas que necesitan un Estado presente, y necesitan de políticas públicas porque se terminan suicidando. Creo que en Cromañón se hizo lo que se pudo durante todos estos años y es hora de que se empiece a hacer lo que hay que hacer", concluyó.

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