Científicos alertaron que la Luna puede desaparecer: cómo afectará a la Tierra

El satélite natural se aleja de nuestro planta casi 4 centímetros por año, algo casi imperceptible para el ojo humano. Sin embargo, esta situación podría generar cambios a largo plazo. ¿Qué consecuencias traerá?

Científicos alertaron que la Luna puede desaparecer ya que año a año, el satélite natural de nuestro planeta se aleja casi cuatro centímetros, algo casi imperceptible para el ojo humano. Sin embargo, esta situación podría generar cambios a largo plazo en la Tierra. ¿Qué consecuencias traerá?

Desde la revista de National Geographic los investigadores estimaron que cuando la Luna asentó su órbita cerca de la Tierra se encontraba a 22.500 kilómetros de distancia, mientras que en la actualidad se encuentra a 384.400 kilómetros.

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Los cambios que tendrá la Tierra en el futuro según la inteligencia artificial

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Por lo que desde los inicios la Luna se comenzó alejar de la Tierra progresivamente, ya que ambas están unidas gravitacionalmente, a medida que el movimiento en la Tierra se realentiza, el de la Luna se acelera. "Como resultado de esta aceleración, aumenta la fuerza centrífuga, que tira del satélite hacia afuera, separándolo progresivamente del planeta Tierra", añadieron.

Eso no es todo, la periodista y científica Sarah Romero de la revista Muy Interesante, pudo establecer que a este ritmo de distanciamiento la "Luna podría dejar de ser visible a simple vista en un horizonte temporal de unos 50.000 millones de años".

¿Cómo podría afectar a la Tierra?

El alejamiento gradual de la Luna de la Tierra no solo podría influir en su visibilidad en el futuro, sino que también podría tener consecuencias para nuestro planeta. Mientras que los efectos a corto plazo son poco notables, a largo plazo podrían surgir cambios importantes en el entorno terrestre.

Uno de los posibles impactos es la desaceleración paulatina de la rotación de la Tierra, lo que podría llevar a un aumento en la duración del día. Si los días se alargan a 25 horas, tanto los ritmos circadianos humanos como los de otras especies, que están adaptados a un ciclo de 24 horas, podrían necesitar adaptaciones.

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