Este lunes se cumplen 20 años de la Masacre de Cromañón, una fecha para recordar a los 194 fallecidos aquella oscura noche de Once y remarcar las lecciones que dejó la tragedia. Sebastián Alberio, sobreviviente de lo ocurrido, destacó que "no toda la sociedad se dio cuenta de lo que significó". "Algunos pudimos transformar el dolor y seguir adelante, otros siguen hasta el día de hoy luchándola, siguen con asistencia psicológica, sin poder dormir con la luz apagada", lamentó.
"El otro día, cuando nos tocó participar con mi banda del encuentro que organiza la Coordinadora Cromañón, en la zona de Parque Centenario, recordaba que yo vivía en Almagro, y hace 20 años pasaba por ahí con una sonrisa porque me iba a Cromañón a encontrarme con mi amigo Diego y mi hermano Martín", repasó, en diálogo con Débora D'Amato en C5N.
"Después de lo que pasamos, que todos sufrimos muchísimo, tuve la suerte de no perder a mi amigo ni a mi hermano ni a ningún ser cercano, pero el dolor de haber sobrevivido fue una carga muy fuerte para nosotros, porque vos sabías que al lado tuyo había alguien que estaba compartiendo esa misma alegría con vos y después no pudo salir", recordó con tristeza.
Sebastián hizo hincapié en la posibilidad de hacer algo son lo sucedido: "Todo ese dolor lo tuvimos que transformar", sostuvo. Sin embargo, no fue lo mismo para todos: "Algunos pudimos hacerlo y seguir adelante, otros siguen hasta el día de hoy luchándola, siguen con asistencia psicológica, sin poder dormir con la luz apagada, esas son las secuelas que quedaron de Cromañón y que no es visible hoy en día".
"Desde ese día, todos los días pienso en esta nueva oportunidad que me dio la vida. Yo realmente la pasé muy mal, estuve internado casi 20 días, estuve 9 en coma con respirador. Después de tratar de hacer mi vida normal no hubo un día en que dejara de pensar. No son solo recuerdos malos, a veces también dentro de esta transformación tengo que pensar en que de repente con 19 años dejé de ser un adolescente y me tuve que convertir en un hombre. En volver a ser fuerte, estar fuerte para mi familia, para mi hermano que tenía 6 años y la pasó muy mal, era difícil para él entenderlo. Me tuve que hacer hombre a la fuerza para que los que estaban al lado mío tampoco cayeran", relató.
"Creo que no toda la sociedad se dio cuenta de lo que significó Cromañón. Este año en Niceto prendieron una bengala. Yo sé que esa bengala que prendieron, salvo que la pongas contra una tela no va a agarrar fuego, pero sí el respeto y lo que tenemos que hacer nosotros y tenemos la posibilidad es seguir contando la historia para que no vuelva a ocurrir", explicó.
"A este chico que prendió la bengala en Niceto, lejos de decirle una barbaridad, creo que no tuvo la educación, ni se habrá enterado de lo que pasó en Cromañón y quizá creyó que era divertido. Ahí creo que fallamos como sociedad en no bajar el mensaje correcto de decir 'che loco no hagamos esto porque puede pasar una tragedia'", añadió.
Eso le trajo duros recuerdos a Sebastián: "En esos días vi que al pibe lo insultaban, le decían de todo, muy parecido a lo que vivimos nosotros hace 20 años, que nos decían que éramos unos negros de mierda que queríamos romper todo, que íbamos borrachos y drogados".
"La verdad es que no, íbamos a un recital a un lugar que estaba mal habilitado por el Gobierno de la Ciudad, donde se firmaron 200 millones de actas que estaban mal, se pagaron 200 millones de coimas y que la terminamos pagando los que estuvimos ahí", concluyó.