La exploración espacial ha dado un nuevo e impresionante salto con un reciente descubrimiento de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), que podría cambiar nuestra comprensión sobre la existencia de agua y vida fuera de la Tierra. Este avance abre una ventana a posibilidades que hasta ahora solo parecían pertenecer al terreno de la ciencia ficción.
El hallazgo de océanos en otros planetas no solo transforma la manera en que vemos el cosmos, sino que también reaviva una de las preguntas más profundas de la humanidad: ¿Estamos solos en el universo? Cada nueva pista sobre la presencia de agua líquida nos acerca más a desentrañar este enigma.
Cómo fue el descubrimiento de la NASA sobre océanos en otro planeta
Los cuásares, identificados por primera vez en la década de 1950, son fenómenos extremadamente brillantes que surgen del centro de galaxias muy lejanas. Impulsados por agujeros negros supermasivos, su luminosidad supera con creces la de todas las estrellas de su galaxia anfitriona.
Recientemente, a 12.000 millones de años luz de distancia, astrónomos de la NASA han localizado una extraordinaria reserva de agua. Esta masa de agua se encuentra orbitando el cuásar APM 08279+5255, un cuerpo celeste singular cuya intensidad lumínica equivale a la de mil billones de soles. En su núcleo reside un agujero negro supermasivo, con una masa 20.000 millones de veces mayor que la del Sol, que genera cantidades masivas de energía al atraer materia y calentar gas y polvo a temperaturas extremas.
El vapor de agua detectado se distribuye en una vasta región de cientos de años luz alrededor del cuásar, lo que evidencia la presencia de moléculas incluso en los confines más remotos del universo. Este hallazgo confirma que el agua es un componente ampliamente presente desde los primeros momentos del cosmos, proporcionando nuevas perspectivas sobre su distribución a lo largo de la historia cósmica.
La detección de agua en un cuásar tan distante es un avance significativo para el estudio del universo temprano. Este descubrimiento ofrece claves fundamentales para entender cómo los elementos esenciales para la vida pudieron originarse y propagarse durante las primeras etapas de la evolución del cosmos.