Uno de los espacios culturales más emblemáticos de Buenos Aires tuvo una historia marcada por múltiples funciones antes de convertirse en lo que hoy se conoce como el Centro Cultural Recoleta. Su edificio, una de las construcciones más antiguas de la ciudad, atravesó siglos de reformas, cambios de uso y puestas en valor.
Desde su origen como convento en la época colonial hasta su rol actual como punto de encuentro de las artes, este sitio supo mantener su relevancia dentro del tejido urbano y cultural porteño. Su arquitectura es un ejemplo vivo de cómo la ciudad adapta espacios históricos para nuevos fines, combinando el pasado con las demandas del presente.
Qué cambios tuvo el Centro Cultural Recoleta y cómo llegó a la actualidad
El edificio que hoy contiene al Centro Cultural Recoleta comenzó como una pequeña capilla y cuatro celdas construidas por Juan de Narbona, en terrenos donados a la Orden de la Recolección Franciscana. En 1732 se inauguraron formalmente el convento y la iglesia, bajo la advocación de la Virgen del Pilar.
Durante casi un siglo, el complejo funcionó como monasterio sin mayores alteraciones, hasta que en 1815 se instaló una academia de dibujo. Poco después, la reforma eclesiástica impulsada por el gobierno porteño en 1822 provocó la expropiación del predio, que fue destinado a nuevas funciones: desde escuela de agricultura y jardín botánico hasta prisión, cuartel y asilo de mendigos.
En 1880, bajo la dirección del ingeniero Buschiazzo, el edificio fue transformado por completo para convertirse en el Hogar de Ancianos Viamonte, siguiendo los lineamientos de higiene de la época. Esta refuncionalización coincidió con el plan de urbanización del intendente Torcuato de Alvear.
Recién en 1948 fue declarado monumento histórico nacional, lo que permitió protegerlo y pensar su futuro con una mirada patrimonial. Con motivo del cuarto centenario de la ciudad, en 1979 se resolvió su traspaso a la Secretaría de Cultura para reconvertirlo en un espacio artístico. El proyecto de remodelación quedó en manos de los arquitectos Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit.
Así, en diciembre de 1980 se inauguró bajo el nombre Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, que sería reemplazado en 1990 por su denominación actual. En los años 90, junto con la apertura del Buenos Aires Design Center, se completó otra etapa clave en su historia, mezclando la preservación de su fachada histórica con construcciones modernas, principalmente subterráneas.
Entre los espacios destacados se encuentra el auditorio El Aleph, originalmente una capilla del siglo XIX, que fue reacondicionada para espectáculos en 1985 y restaurada nuevamente en 2010. Hoy conserva su impronta neogótica y un mural original de 1906.